Las supernovas producidas en nuestra galaxia fueron observadas en el pasado por astrónomos chinos, europeos y árabes. Hay registros muy precisos de astrónomos chinos, en los que relatan la observación de una supernova en el año 185 dC, la que hoy conocemos como SN 185 (SN significa supernova y 185 es el año de la explosión). En 1006, los chinos y astrónomos árabes observaron una supernova muy brillante la llamada SN 1006. En el año 1054, se observó otra supernova esta vez de enorme brillo que pudo verse durante el día durante muchos meses. Se trataba de la llamada SN 1054, conocida como la Nebulosa del Cangrejo. Las dos últimas supernovas observadas en nuestra galaxia fueron observadas por astrónomos europeos en 1572 y 1604, se trataba de SN 1572 y SN 1604, estas supernovas pudieron apreciarse a simple vista. SN 1572 fue observada por el Tycho Brahe en la constelación de Casiopea y SN 1604 fue observada por el gran físico Johannes Kepler.
La supernova 1987A
Hace treinta años los astrónomos detectaron un brillo enorme de una estrella a 163.000 años luz de distancia, se trataba de una supernova, la denominaron Supernova 1987A (SN 1987A), ardió con el poder de 100 millones de soles durante varios meses después de su descubrimiento el 23 de febrero de 1987. A partir de ese primer avistamiento, SN 1987A ha seguido impactando a los astrónomos con su espectacular variación de luces. Situada en la Gran Nube de Magallanes, esta explosión de supernova es la más cercana observada en cientos de años y una gran oportunidad para estudiar las fases antes, durante y después de la muerte de una estrella.
Los astrónomos han combinado las observaciones de tres observatorios diferentes para producir esta preciosa imagen en múltiples longitudes de onda de los restos de la Supernova 1987A.
Supernovas como SN 1987A pueden remover el gas circundante y desencadenar la formación de nuevas estrellas y planetas. El gas del que estas estrellas y planetas se forman se ve enriquecido con elementos tales como el carbono, el nitrógeno, el oxígeno y hierro, que son los componentes básicos de toda la vida conocida. Estos elementos se forjan dentro de la estrella presupernova y durante la propia explosión de supernova, y luego se dispersan en su galaxia mediante la expansión de los remanentes de la supernova.
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